jueves, 3 de noviembre de 2016

Un abrazo hasta el cielo

Andrea Perla, 25 años.
Gerente de tienda.
Margot, su abuela, murió un 14 de noviembre del 2015. 
Es decir, hace casi un año.
Hoy, Andrea quiere compartir con nosotros todo lo que en vida no pudo decirle a quien fuera su mejor amiga.
Y así como ella, tú también puedes dedicarle algo a esa persona especial, porque es cierto que no sabemos si mañana tendremos un nuevo día, pero también es cierto que así lo tuviéramos muchos de nosotros no nos atrevemos a decir... "te quiero."

El inbox es tuyo.
Alvaro.

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martes, 1 de noviembre de 2016

Las confesiones de mi papá

Entrevistar a alguien que conoces es sumamente difícil, porque responda lo que te responda, tendrás que verl@ todos los días de tu vida.
Aquí, las confesiones de mi papá.

jueves, 27 de octubre de 2016

Vlog #3 ¿Instituto? ¡Ajjjjjjj!

En mi incansable búsqueda de trabajo, encontré un anuncio que me llamó la atención.
Aquí mi respuesta para ellos.

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jueves, 20 de octubre de 2016

A quien grabó el video


Esta historia no es real. Tampoco es ficción.

Deambulé como alma en pena por todo el malecón, dejando que el viento que golpea las olas del mar golpee ahora mis mejillas. La música sonaba en mis oídos a todo volumen, mis gafas de sol cubrían mis ojos incapaces de tener contacto visual con alguien en ese momento; mi gorra azul ocultaba el alboroto ruloso que llevo por cabello, mi jean negro cubría la inestabilidad de mis piernas y unas zapatillas blancas protegían la debilidad de unos pasos que no  sabían a dónde ir.

Había tanta felicidad a mi alrededor. El sol radiante, como nunca. Parecía como si todos me sonrieran, como si todos supieran que necesitaba un abrazo reconfortante que rompiera esa ligera capa de anímico malestar.
Estaba enrronchado de tanto buen humor, de tantas carcajadas andantes, desarrollé en ese mismo instante alergia a la alegría ajena así que apresuré mis pasos casi inertes para salir despavorido de aquel lugar que me producía convulsión intrapersonal.
Pisé el césped para cortar camino a pesar de la malla de seguridad y con cada paso desataba mi furia. Disfrutaba de aplastar esas decenas de plantas finas sin tronco de color verde, ni siquiera me importaba que tengan en sí mi color favorito. Que se jodan. Y con ellas, que se jodan todos. 

Si yo no hubiera sido yo y me hubiera visto desde otra persona, me hubiera dicho mi vida entera, desde antes de nacer y hasta después de morir. 
¡Qué día de...!

Es inevitable estar buen humor todo el tiempo. Los consejos que uno da para los demás se vuelven los más difíciles de poner en práctica cuando se tratan de aplicarlos a tu vida misma. Así que si me da la gana de estar de mal humor, pues lo estoy y punto. 
Bueno entonces no te quejes. Me quejo porque me da la gana y ya cállate. Nos callamos entonces.
¡Qué ridículo eres oye! No te desdobles. Aquí no hay más que tú y tú. ¡Para! Hace tiempo que no hablabas. Hoy quise hablar, hablarte. Hoy yo no quiero escuchar, escucharte. 
Play a la música y asunto resuelto.

Me senté porque el calor era sofocante y hasta respirar me costaba gotas de sudor.
Me saqué los lentes de sol.
Me froté la frente, los ojos y la nariz. Me reacomodé por enésima vez la gorra y peiné mis rulos forajidos que se comportan como niñitos rebeldes.
Volví a ponerme los lentes oscuros como escudo protector y me puse en pie para seguir mi desalentador camino.

Le di varias vueltas en mi cabeza.
Por qué no siempre las cosas salen como uno quiere, por qué, por qué, por qué.
O sea, no siempre lo que uno quiere es lo mejor ¿no? pero cuando uno está de malas, simplemente no importa nada.
Seguí caminando, caminado, caminando, caminando...

Mi respiración era cada vez más lenta, ya empezaba a cantar lo que iba escuchando y eso es una buena señal de que me iba tranquilizando.
Quizá me estaba hartando de con el mal humor seguir andando. Así que deje a cualquier confuso sentimiento continuar reflexionando.

Sentía mi rostro relajarse y mis músculos descomprimirse. Es increíble cómo todo el cuerpo puede expresar lo que dentro de ti está pasando, porque podrás engañar al mundo entero si eso es lo que quieres, pero a ti... a ti jamás.
El playlist me lanzó unas de mis canciones favoritas y fue inevitable contener la emoción. 
Tampoco es que haya hecho una fiesta pública por ello, sonreí un poco y listo. Esa es la pizca de emoción que podría alguien soltar luego de una catarsis existencial.

Fue entonces cuando giré lentamente el rostro  y vi la luz en sus ojos.
Mis lentes oscuros por vez primera no cumplieron su misión. Hice contacto visual.
Su sonrisa frenó mis absurdos pensamientos y su mirada fija en la mía me erizaba.
Alzó una mano en señal de saludo. Yo empujé las mejillas hacia los costados y sonreí estirando los labios. 
No sabía qué hacer luego. No quería irme así como así. Quería hablarle, o que me hable. Llámenlo coqueteo, porque es lo que fue. Y bueno, si el coqueteado era yo...
Empezó a caminar en dirección hacia mi y a unos metros de alcanzarme se sentó en una banca y volvió a sonreír. Yo, hice lo mismo.
Empecé a caminar en dirección hacia la banca en la que estaba, dirección a la que de todas maneras me estaba dirigiendo antes de que aparezca.
Unos metros antes de llegar sobreparé como si tratara de reaccionar ante esta extraña situación. Como si tratara de evaluar si esto era real o no. Si la sonrisa deslumbrante que aceleró mi corazón, era para mi o no. 
Y, sí.
Era para mi. 

Con amor,
A quien grabó el video.
AZM


jueves, 13 de octubre de 2016

Vlog #2 ¿Por qué somos infieles?

Hoy me estuve preguntando porqué algunas personas son infieles y quiero compartir con ustedes mi forma de pensar.
Cuéntame qué opinas tú en los comentarios y...
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