Por alguna maldita razón pierdo el sueño cuando Brenda, mi hermana mayor, arroja frases exasperadas porque un día antes-y varios días antes también-usé su shampoo para bañarme. No lo dejé en su lugar y bueno, tuve que soportar despertarme oyéndola renegar, oyendo a mi hermano "meter su cuchara" donde no lo llamaron y oyendo a mi mamá tratando de salvarme de la situación. No tengo fuerzas para pelear tan temprano. Resuelvo dormir.
Me separo del colchón de mi cama y me veo desnudo, emito un chasquido porque la puerta está entre abierta y estoy con toda la virilidad a flor de piel, "muy despierto" como todo varón al amanecer. Me pongo unos boxers casi renegando y me siento a salvo cuando logro desenredar las sábanas de mi cama y me cubro de pies a cabeza. Mi inquieto estómago me impide conciliar el sueño por tercera vez. Hago un tour por las habitaciones de mi casa, pero ya no hay nadie. Todos se han ido. ¿Por qué odio tanto levantarme y no encontrar a nadie? ¿Es un tema de miedo a la soledad, o es porque me siento 'el olvidado' de la familia? ¡Alvaro, ¿no es muy temprano para escribir guiones de novelas?!
Me separo del colchón de mi cama y me veo desnudo, emito un chasquido porque la puerta está entre abierta y estoy con toda la virilidad a flor de piel, "muy despierto" como todo varón al amanecer. Me pongo unos boxers casi renegando y me siento a salvo cuando logro desenredar las sábanas de mi cama y me cubro de pies a cabeza. Mi inquieto estómago me impide conciliar el sueño por tercera vez. Hago un tour por las habitaciones de mi casa, pero ya no hay nadie. Todos se han ido. ¿Por qué odio tanto levantarme y no encontrar a nadie? ¿Es un tema de miedo a la soledad, o es porque me siento 'el olvidado' de la familia? ¡Alvaro, ¿no es muy temprano para escribir guiones de novelas?!
Por alguna maldita razón este no sería un buen día.
Me acosté en la cama de mis papás para ver televisión, no duró ni dos minutos encendida. Puse una melodía con la que me he pegado desde hace varios días y que me hizo recordar que tengo un libro que espera que continúe leyéndolo.
Escucho cómo Anastasia Steele, o simplemente Ana, me cuenta la lucha interminable entre lo que trata de ser y lo que verdaderamente es. Acaba de perder la virginidad y me ha hecho testigo de ello. Es tan explícita que de tan solo oírla siento que muero de la vergüenza y no puedo evitar imaginar cada cosa que detalla. Intento escapar. Veo el reloj y me doy cuenta de que se me ha hecho tarde para alistarme e ir al trabajo.
Me acosté en la cama de mis papás para ver televisión, no duró ni dos minutos encendida. Puse una melodía con la que me he pegado desde hace varios días y que me hizo recordar que tengo un libro que espera que continúe leyéndolo.
Escucho cómo Anastasia Steele, o simplemente Ana, me cuenta la lucha interminable entre lo que trata de ser y lo que verdaderamente es. Acaba de perder la virginidad y me ha hecho testigo de ello. Es tan explícita que de tan solo oírla siento que muero de la vergüenza y no puedo evitar imaginar cada cosa que detalla. Intento escapar. Veo el reloj y me doy cuenta de que se me ha hecho tarde para alistarme e ir al trabajo.

Decido ponerme unos blue jeans, camisa y zapatos. Enchufo la plancha, y procedo. He descolgado mi toalla del tendedero y ahora abro las llaves de la ducha. Gradúo entre el agua fría y la caliente y me sumerjo en el fino chorro de agua. ¿Por qué no dejo de pensar en la señorita Steele? Y esa incansable voz interna que habla aunque no se lo pidan responde muy abierta de huesos:
-Porque es tan igual a ti, mi estimado. La evado, no le respondo y opto por enjabonarme mientras el agua corre sin parar, o sin que yo la detenga. Cierro los ojos y entro nuevamente a esa especie de cascada que mi mente inventa con tal de dejar de pensar en Anastasia. Me reincorporo sacudiendo la cabeza bruscamente por el susto que me he pegado al oír la melodía que varios minutos antes me había hecho recordar que tenía que continuar leyendo el libro. Me convenzo que nunca la detuve y que la olvidé por estar pensando en otras cosas.
Me visto, me veo en el espejo y no me gusta cómo me veo hoy. Decido cambiar los blue jeans, la camisa y los zapatos. Escojo otra ropa. Enchufo la plancha y procedo.
Me visto, me veo en el espejo y no me gusta lo que pienso. - "Porque es tan igual a ti, mi estimado."
Anastasia y yo compartimos las hormonas revueltas que se enloquecen al más mínimo roce con alguien que nos atrae, pero que tratamos de controlar cuando nuestro yo real logra manejar la situación. Al igual que ella tengo una voz interna que hace y deshace como quiere y cuando quiere, y que cuando logra manipular situaciones a su antojo luego nos revuelca acusándonos de poca fuerza de voluntad.
Ahora mismo no la escucho, siento que se ha escondido porque sabe que estoy hablando de ella, pero quién sabe que castigo me dará más tarde. Cuando desaparece de la nada me asusta, y cuando aparece, también.
Escucho la vocecita de Ana Steele contarme sus más pecaminosos deseos carnales. Entiendo que Ana sufre porque su yo real no le permite ir más allá de lo que su cuerpo le pide. Considera que el placer no está bien y que pensar en la palabra morbo la puede convertir en una puta. Me hace recordar a mí. En algún momento intenté reprimir al máximo mi deseo sexual porque tenía un mundo que me enseñaba que por simple placer no se puede 'tener sexo'.
Escucho la vocecita de Ana Steele contarme sus más pecaminosos deseos carnales. Entiendo que Ana sufre porque su yo real no le permite ir más allá de lo que su cuerpo le pide. Considera que el placer no está bien y que pensar en la palabra morbo la puede convertir en una puta. Me hace recordar a mí. En algún momento intenté reprimir al máximo mi deseo sexual porque tenía un mundo que me enseñaba que por simple placer no se puede 'tener sexo'.
Y el recordarlo, por alguna desagradable razón, me pone aún de peor humor. Dejo de mirarme al espejo y a pesar de no verme bien salgo a coger el bus.
Hoy no hay mucho brillo solar pero me importa nada. Me pongo lentes de sol porque no quiero cruzar miradas con nadie, estoy intocable y no sé porqué.
Ya en el bus converso nuevamente con Anastasia. Retomo la excitante escena de la pérdida de su santidad. Me encapsulo unos minutos, unas cuadras y grito un ¡mierda! en mi mente.
¿Por qué me identifico tanto con ella? Siento que al igual que la señorita Steele le temía mucho al sexo y que cuando al final pasó no fue tan malo como me lo pintaron si es que no lo hacía con la mujer de mi vida.
La estrepitosa carcajada de una mujer con la ropa y el cabello desencajado me interrumpen. Alzo mi mirada fulminante pero parece no importarle. Ha subido con su galán de turno, estoy seguro. Ésta, ésta si es una puta. No yo, ni Anastasia. Compartir nuestro cuerpo con alguien libre y que desea compartir el suyo con nosotros no nos hace putos, ni putas. Sin exagerar, sin dañar. En cambio esta mujercita que ha subido a perturbar la tranquilidad de todos pareciera que tuviera un letrero en la frente. Se están besuqueando, así de pie como están. Con toda la incomodidad. No les importa nada. Siento ahora su vientre encima de mi hombro izquierdo que por desgracia da al pasillo del bus. No la soporto más y cuando estoy a punto de explotar mi mal humor con ella, se desocupa un asiento. Se sienta el galán, y ella lo hace en sus piernas.
-Espero que puedas aguantarme, dice la muy descarada. ¡Pero si te ha aguantado toda la noche mamita! Qué tipa para más desagradable. -No me has dicho nada acerca de mis nuevos aretes. Me los compré en Do it-y lo pronuncia tal cual-Doit. -Están muy bonitos. Y ambos rompen en risas como si estuvieran solos en el auto, tal para cual. Los detesto hasta ahora.
Regreso con Miss Steele. Sigo leyéndola, conociéndola, deseando que sea real.
Continúo el relato y me quedo perplejo, esto no puede ser.
¡No puede haber tantas coincidencias! Me pone de tan mal humor todo esto.
Y entiendo que aún no acaba. Entiendo que recién empieza.
Retomo el camino, me quito los lentes de sol y llego a la puerta de la oficina.
Me saluda un nuevo seguridad que no sabe que trabajo aquí. Siento que me hace una pre-entrevista y por fin me deja entrar.
La vocecita lo insulta antes de desaparecer y mi yo real sale a flote. Sonrío a todos mientras los saludo y no entiendo porqué actúo así. Llamo a la vocecita para que me explique qué está pasando pero no tengo respuesta.
Creo que Alvaro se ha disfrazado otra vez...
Quiero terminar y dejar de escribir esto porque es como si no fuera yo el que está relatando. Me asusto, me arranco los audífonos y miro el blanco de las paredes que me rodean.
-No cabe duda. -escucho en tono burlón. -Te has disfrazado otra vez.
-Vocecita, ¿eres tú?
-No cabe duda. -escucho en tono burlón. -Te has disfrazado otra vez.
-Vocecita, ¿eres tú?
AZM