miércoles, 8 de abril de 2015

¡Hola!

-¿Puedo ayudarte en algo?
-No lo sé.
-¿Qué te pasa?
-Tampoco sé.
-Entonces por qué lloras.
-Por nada. En realidad, por todo.
-Y qué es todo.
-Todo, es todo.
-¿Estoy incomodando?
-No.
-OK.
-Disculpa, no es que sea cortante. Estoy triste, es todo.
-Casi nunca converso con extraños. Lo hice contigo porque te vi llorando y nadie llora en un bus por nada. Al menos yo no lo haría. Creo.
-Yo pensaba lo mismo.
-Bueno, ¿a dónde vas?
-No vayas a pensar que trato de ser cortante, pero tampoco sé.
-Y cuando pagaste el pasaje, ¿hasta dónde dijiste que ibas?
-Último paradero.
-Y qué hay ahí. O quién va a estar ahí.
-No sé.
-¿Por qué tomaste este bus entonces?
-Porque fue lo primero que vi luego de salir corriendo de mi casa.
-Entonces puedo entender que tienes problemas familiares.
-No.
-¿Entonces?
-Para tener problemas familiares, debes tener primero familia.
-¿Y no la tienes?
-No sé.
-¿Tienes alguna idea de a dónde vas a llegar a parar si sigues no sabiendo nada?
-Sí.
-¿A dónde?
-Al último paradero de este bus.
-¿Bromeas?
-No.
-¿Por qué lloras? O bueno, ¿por qué llorabas?
-En serio, no sé.
-Haz memoria.
-Desperté de mal humor. En realidad, me desperté en plena madrugada. A la 1:00am más o menos. Vi un auto estacionarse por el jardín de mi casa y me pareció raro. Luego se fue. Me eché, dormí otra vez y desperté sin ánimos.
-¿OK? Pero eso no responde a por qué llorabas.
-Es que ya te lo dije, no sé. No sé.
-Bueno...
-¿Y tú a dónde vas?
-A mi trabajo.
-¿En qué trabajas?
-¿Recuerdas la parte de 'casi nunca converso con extraños'?
-Sí.
- Qué bueno.
-¿Y no te da calor usar ropa formal todos los días?
-Si, claro. Es como un disfraz, pero ni modo ¿no? Tú, ¿no trabajas?
-Sí.
-¿En qué?
-¿Yo sí tengo que responderte?
-No si no quieres.
-No es interesante.
-Ah bueno.
-¿Te falta mucho para bajar?
-Calculo que unos quince minutos.
-¿Cómo regreso hasta donde tomé este carro?
-No sé.
-¿Ahora eres tú el que no sabe nada?
-No, es solo que no sé dónde lo tomaste.
-Por donde tú vives.
-¿Y cómo sabes eso?
-Porque vi en donde subiste. Cuando tú subiste yo ya estaba aquí.
-Sí, es cierto. Bueno entonces si ubicas dónde vivo, debes saber cómo regresar, ¿no crees?
-Solo trataba de seguir la conversación.
-¿Por fin me dirás por qué llorabas?
-¿Por qué tanto interés?
-Solo trato de seguir la conversación.
-Lloraba porque sí. Necesitaba expulsar sentimientos reprimidos.
-Suena interesante.
-¿Lo de expulsar sentimientos reprimidos?
-Sí. Lo que no entiendo es por qué elegiste un bus para expulsarlos.
-No lo elegí.
-Sí lo hiciste.
-Fue lo primero que vi.
-No lo creo.
-Bueno, lo primero que vi que hiciera alejarme de casa.
-Entonces tienes problemas familiares...
-¿Siempre eres así de terco?
-No soy terco.
-Parece.
-¿Cómo te sientes ahora?
-Ni bien, ni mal. Solo respirando.
-Eso lo leí en Facebook.
-Yo también. Al fin puedo usarlo.
-Espero que todo mejore en casa, o lo que sea que te haga sentir triste.
-Gracias. Y gracias también por preocuparte por alguien que no conoces.
-Si, fue raro la verdad. Lo pensé mucho, pero como te vi así, me diste pena sinceramente.
-¿Ya no es buena idea ir hasta el último paradero no?
-No lo sé, Eso decídelo tú.
-¿Cómo regreso?
-Toma el mismo bus, pero en frente.
-¿Tardará en llegar?
-Los buses se encuentran entre sí, en el sentido contrario. Es decir, si éste está por este lado, pasará en unos segundos otro pero en otra dirección.
-Que es ese que viene.
-Sí.
-¿En cuánto tiempo pasará el otro?
-Por lo general en unos quince minutos.
-Bien, gracias.
-De nada.
-Bueno, ya decido donde bajar.
-Perfecto.
-Me siento mejor, no sé por qué.
-¡Ah eso es bueno!
-Sí. Aunque no deja de ser raro que hayamos conversando un poco.
-Es raro, pero no resulta tan malo. Es algo distinto. Así quiso iniciar el lunes.
-¿Así quiso?
-Olvídalo, tengo la manía de darle vida a lo inerte
-Interesante.
-¿Ya casi estás por bajar?
-Sí.
-Cuando subiste parecías muy serio.
-Ya ves que todo no es lo que parece.
-Tienes razón. ¿Qué desayunaste?
-¿Tratas de seguir nuevamente la conversación? Aún nada. Llegando al trabajo compro algo. ¿Tú?
-Ayer hubo un cumpleaños y me dieron un tajada grande. Casi media torta. Me reí en ese momento, me pareció exagerado y grosero. Hoy lo agradezco.
-Entiendo.
-¿Por qué a veces hay que sufrir tanto?
-No podría responder eso. Pasa y ya. Depende de uno superar o desmayar.
-¿Rebuscas palabras?
-No entiendo.
-Para hablar.
-No. Salen cuando hablo.
-Entonces, ¿lees?
-Y escribo.
-En dónde.
-En un espacio llamado blog.
-Entonces eres blogger.
-Algo así.
-Y de qué escribes.
-De cosas como éstas.
-¿Raras?
-Digamos que sí.
-¿A la gente le gusta lo raro?
-No es raro. Son cosas que le pasan a todos, pero que pocos son capaces de decir o aceptar.
-Por miedo.
-O por tener vergüenza de llorar en un bus.
-Y cómo se llama
-Qué cosa.
-El lugar en donde escribes.
-El lugar, blog. El título Zagaladas.
-Y qué significa Zalagadas.
-Zagaladas, es Zagaladas. Y es por mi apellido.
-Ah
-Sí.
-Lo leeré.
-Si gustas.
-¿Y escribirás esto?
-¿Esto qué?
-Lo que pasó hoy
-No lo sé.
-¿Por qué?
-Porque sería un poco complicado.
-Hmm. Entiendo.
- Pero lo intentaré. Ahora ya debo bajar.
-Está bien. Bajaré en Aliaga también.
-¿No dijiste que no conocías?
-Y así es. Pero ahí, por encima del semáforo, dice avenida Aliaga.
-¡Ah!