martes, 21 de abril de 2015

Auxilio: ¡Soy un varón feminista!

Habito en un mundo que se equivoca constantemente. 
Un mundo que vivió en el error contínuo, que derrochaba sangre inocente, que señalaba a quienes no debía y que, posiblemente, sigue persiguiendo a quienes no deben ser perseguidos. Hemos evolucionado a medida que las cosas han ido encontrando su cauce. Volteo la mirada hacia épocas en las que agradezco no haber existido pues no sé qué hubiera sido de mí. Hay tantas cosas que siempre estuvieron mal. Demasiada injusticia. Desigualdad. Crueldad. ¿Negros esclavos? ¿De verdad nos sentíamos con el derecho de tener como esclavos a seres humanos tan semejantes uno del otro? ¿Holocausto? ¿Hitler? ¿Guerras por el poder? ¿Corrupción descontrolada? Me horrorizo.

Me jode y no puedo entender cómo hasta la actualidad hay tantas cosas que hemos ido arrastrando y que no hemos podido reparar. Hay tal grado de ignorancia e insensibilidad de parte de muchos de nosotros que hacen que cada vez estemos peor. Remamos a distintas direcciones. Mientras uno luchan contra el mal. Otros, descaradamente, luchan contra el bien.

¿En serio los varones nos creíamos tan superiores a las mujeres? ¿Con qué derecho? ¿Quién carajo nos dio ese poder que creen algunos, hasta ahora, que les corresponde? 
Me llena de rabia saber que lo más preciado que puede existir en un mundo como el nuestro, sea tan maltratado todos y cada unos de nuestros días. ¿Por qué? ¿Acaso no podemos entender que estamos equivocados? Que son más de lo que somos nosotros. Sí, son más. No podemos hablar de igualdad de género, porque ellas, simplemente, nos llevan mucha ventaja. Claro, aquellas que saben adelantarse.

Hoy, justo antes de llegar al paradero a tomar el bus que me traería al trabajo, sobreparé en la pista porque venía un taxi negro que finalmente me cedió el paso. Sinceramente me sorprendí. El chofer, una mujer.
Me puse a pensar a cuántos peligros está expuesta e imaginé que lo hace por los hijos que quizá ha de tener, o por el esposo que debe cuidar, o por la familia entera que debe mantener. No lo sé, tantas cosas. No es la primera mujer taxista que veo, es obvio, pero no dejo de conmoverme cuando veo a alguna. Como las hay, ya más arriesgadas, conductoras de combis, buses, cobradoras de éstos mismos, etcétera.
La última vez que subí a un bus y me tocó una conductora, sentí que viajaba en un avión y en primera clase. El bus estaba limpio, todas las ventanas abiertas, la música en un volumen adecuado. No tenía cobrador así que se las ingeniaba para conducir, cobrar, estar al pendiente de quiénes subían y quiénes bajaban.

-¿Pasa por la Bolichera?
-Sí, por supuesto.
-Cóbrese -puse en su mano una moneda de un sol y procedí a avanzar.
-¡Joven! Hasta la Bolichera son solo cincuenta céntimos -me dio el vuelto. Ahora sí pase, adelante. Conserve su boleto. Buenas noches.

De verdad fue así. Tal cual. Recuerdo incluso que no pude contener solo conmigo las buenas vibras que aquella señora me había transmitido, así que apenas bajé del bus, compartí esa felicidad con un amigo muy cercano. Debió pensar que estoy loco.

Tengo una obsesión por hacer que todo el mundo entienda que de verdad son muy valiosas, me estresa saber que la realidad es otra. Este mundo está de cabeza, el sol solo sale para algunos. Muchos viven en la eterna oscuridad. Oscuridad cerebral. Con criterio cero. Nulo. 
¡Hombre despierta! Naciste para proteger no para abusar. Me encantaría removerte el cerebro y hacer que entres en razón. Cambia ese chip que te pusieron años atrás. No tienes derecho a insultar a una mujer, a maltratarla, a sentirte superior, a abusar de ella. ¿Has oído los piropos que solo un descerebrado y troglodita como tú puede decir? 
Piensa un poco, vamos tú puedes.

Ellas son más arriesgadas que cualquiera de nosotros. No solo dan vida, sino que mantienen la suya, la mía, la tuya, la de todos sus hijos, la del esposo, la de su familia entera.

-Yo no sé qué va a ser de ustedes el día que yo me muera.

Típica mujer que se sabe muy útil. Que sin ella no somos nada.
¿Ves? ¿Y aún así sigues creyendo que eres el sexo fuerte? Que eres el macho todopoderoso. Poderoso de qué. Con quién. Para qué.
Antes de desarrollar masa muscular para verte fornido e intimidante, desarrolla el cerebro para aprender y aceptar que no era más que nadie. Que necesitas ser más que tú mismo para poder mejorar un mundo que sigue creyendo que "las mujeres no tienen derechos porque decidieron nacer mujer".

¡No me jodas pues!


Si siento que soy feminista, ¿necesito ir al psicólogo?



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miércoles, 8 de abril de 2015

¡Hola!

-¿Puedo ayudarte en algo?
-No lo sé.
-¿Qué te pasa?
-Tampoco sé.
-Entonces por qué lloras.
-Por nada. En realidad, por todo.
-Y qué es todo.
-Todo, es todo.
-¿Estoy incomodando?
-No.
-OK.
-Disculpa, no es que sea cortante. Estoy triste, es todo.
-Casi nunca converso con extraños. Lo hice contigo porque te vi llorando y nadie llora en un bus por nada. Al menos yo no lo haría. Creo.
-Yo pensaba lo mismo.
-Bueno, ¿a dónde vas?
-No vayas a pensar que trato de ser cortante, pero tampoco sé.
-Y cuando pagaste el pasaje, ¿hasta dónde dijiste que ibas?
-Último paradero.
-Y qué hay ahí. O quién va a estar ahí.
-No sé.
-¿Por qué tomaste este bus entonces?
-Porque fue lo primero que vi luego de salir corriendo de mi casa.
-Entonces puedo entender que tienes problemas familiares.
-No.
-¿Entonces?
-Para tener problemas familiares, debes tener primero familia.
-¿Y no la tienes?
-No sé.
-¿Tienes alguna idea de a dónde vas a llegar a parar si sigues no sabiendo nada?
-Sí.
-¿A dónde?
-Al último paradero de este bus.
-¿Bromeas?
-No.
-¿Por qué lloras? O bueno, ¿por qué llorabas?
-En serio, no sé.
-Haz memoria.
-Desperté de mal humor. En realidad, me desperté en plena madrugada. A la 1:00am más o menos. Vi un auto estacionarse por el jardín de mi casa y me pareció raro. Luego se fue. Me eché, dormí otra vez y desperté sin ánimos.
-¿OK? Pero eso no responde a por qué llorabas.
-Es que ya te lo dije, no sé. No sé.
-Bueno...
-¿Y tú a dónde vas?
-A mi trabajo.
-¿En qué trabajas?
-¿Recuerdas la parte de 'casi nunca converso con extraños'?
-Sí.
- Qué bueno.
-¿Y no te da calor usar ropa formal todos los días?
-Si, claro. Es como un disfraz, pero ni modo ¿no? Tú, ¿no trabajas?
-Sí.
-¿En qué?
-¿Yo sí tengo que responderte?
-No si no quieres.
-No es interesante.
-Ah bueno.
-¿Te falta mucho para bajar?
-Calculo que unos quince minutos.
-¿Cómo regreso hasta donde tomé este carro?
-No sé.
-¿Ahora eres tú el que no sabe nada?
-No, es solo que no sé dónde lo tomaste.
-Por donde tú vives.
-¿Y cómo sabes eso?
-Porque vi en donde subiste. Cuando tú subiste yo ya estaba aquí.
-Sí, es cierto. Bueno entonces si ubicas dónde vivo, debes saber cómo regresar, ¿no crees?
-Solo trataba de seguir la conversación.
-¿Por fin me dirás por qué llorabas?
-¿Por qué tanto interés?
-Solo trato de seguir la conversación.
-Lloraba porque sí. Necesitaba expulsar sentimientos reprimidos.
-Suena interesante.
-¿Lo de expulsar sentimientos reprimidos?
-Sí. Lo que no entiendo es por qué elegiste un bus para expulsarlos.
-No lo elegí.
-Sí lo hiciste.
-Fue lo primero que vi.
-No lo creo.
-Bueno, lo primero que vi que hiciera alejarme de casa.
-Entonces tienes problemas familiares...
-¿Siempre eres así de terco?
-No soy terco.
-Parece.
-¿Cómo te sientes ahora?
-Ni bien, ni mal. Solo respirando.
-Eso lo leí en Facebook.
-Yo también. Al fin puedo usarlo.
-Espero que todo mejore en casa, o lo que sea que te haga sentir triste.
-Gracias. Y gracias también por preocuparte por alguien que no conoces.
-Si, fue raro la verdad. Lo pensé mucho, pero como te vi así, me diste pena sinceramente.
-¿Ya no es buena idea ir hasta el último paradero no?
-No lo sé, Eso decídelo tú.
-¿Cómo regreso?
-Toma el mismo bus, pero en frente.
-¿Tardará en llegar?
-Los buses se encuentran entre sí, en el sentido contrario. Es decir, si éste está por este lado, pasará en unos segundos otro pero en otra dirección.
-Que es ese que viene.
-Sí.
-¿En cuánto tiempo pasará el otro?
-Por lo general en unos quince minutos.
-Bien, gracias.
-De nada.
-Bueno, ya decido donde bajar.
-Perfecto.
-Me siento mejor, no sé por qué.
-¡Ah eso es bueno!
-Sí. Aunque no deja de ser raro que hayamos conversando un poco.
-Es raro, pero no resulta tan malo. Es algo distinto. Así quiso iniciar el lunes.
-¿Así quiso?
-Olvídalo, tengo la manía de darle vida a lo inerte
-Interesante.
-¿Ya casi estás por bajar?
-Sí.
-Cuando subiste parecías muy serio.
-Ya ves que todo no es lo que parece.
-Tienes razón. ¿Qué desayunaste?
-¿Tratas de seguir nuevamente la conversación? Aún nada. Llegando al trabajo compro algo. ¿Tú?
-Ayer hubo un cumpleaños y me dieron un tajada grande. Casi media torta. Me reí en ese momento, me pareció exagerado y grosero. Hoy lo agradezco.
-Entiendo.
-¿Por qué a veces hay que sufrir tanto?
-No podría responder eso. Pasa y ya. Depende de uno superar o desmayar.
-¿Rebuscas palabras?
-No entiendo.
-Para hablar.
-No. Salen cuando hablo.
-Entonces, ¿lees?
-Y escribo.
-En dónde.
-En un espacio llamado blog.
-Entonces eres blogger.
-Algo así.
-Y de qué escribes.
-De cosas como éstas.
-¿Raras?
-Digamos que sí.
-¿A la gente le gusta lo raro?
-No es raro. Son cosas que le pasan a todos, pero que pocos son capaces de decir o aceptar.
-Por miedo.
-O por tener vergüenza de llorar en un bus.
-Y cómo se llama
-Qué cosa.
-El lugar en donde escribes.
-El lugar, blog. El título Zagaladas.
-Y qué significa Zalagadas.
-Zagaladas, es Zagaladas. Y es por mi apellido.
-Ah
-Sí.
-Lo leeré.
-Si gustas.
-¿Y escribirás esto?
-¿Esto qué?
-Lo que pasó hoy
-No lo sé.
-¿Por qué?
-Porque sería un poco complicado.
-Hmm. Entiendo.
- Pero lo intentaré. Ahora ya debo bajar.
-Está bien. Bajaré en Aliaga también.
-¿No dijiste que no conocías?
-Y así es. Pero ahí, por encima del semáforo, dice avenida Aliaga.
-¡Ah!