martes, 19 de mayo de 2015

Iré yo por ustedes

Ya no sueño con que vengan por mí.
La verdad, ni siquiera puedo asegurar que hayan salido a buscarme.
El sol empieza a ocultarse y no sé si mi mente sigue perdida, o si soy yo quien la tiene prisionera.
No quiero colisionar con la realidad.
Hoy no pude comer. 
Creo que estoy en ese día en el que la mayoría no sale a trabajar porque, al menos por aquí, no vi a nadie.
Mi botella está vacía otra vez y me muero de sed. Caminé hasta ese sitio en donde me la llenan de lluvia, pero no encontré a nadie.
Quizá porque hoy no llovió. O quizá porque creo que estoy en ese día en el que la mayoría no sale a trabajar.
Ya es tiempo de tomar mis pastillas, me alegra tanto ver ese reloj y pillarlo a la hora indicada. Siempre que le clavo una mirada está ahí. Inmóvil. 
Le he perdido el miedo a las calles.
A mi soledad. 
Ya no sueño con que ellos piensen en mí. Porque yo, ni siquiera quiero pensar en ellos. Me duelen los pies. Los tengo muy lastimados. Sangran. 
El ardor por las heridas en mis labios resecos es insufrible.
Cada vez pierdo más peso y me es más difícil recordar quién soy y de dónde vengo. Mucho más, hacía dónde voy.
Ya casi es de noche y tiemblo de frío. Trato de aferrarme a mí. 
Dónde diablos estoy. 
Dónde mierda están. 
Las personas me evaden. Me cierran las lunas del auto. Me lanzan escupitajos. Se burlan de mí. 
No quiero hacerles daño. No soy capaz. Solo quiero agua y comida.
A veces me enfurezco. Sí. 
Porque me descontrola su indiferencia.
Entonces es ahí cuando lanzo todas mis botellas vacías. Sin lluvia. Cuando soy yo quien se ríe de ellos. 
Soy yo quien lanza escupitajos. 
Y soy yo, también, quien les rompe las lunas del auto. 
Veo que todos gritan. 
Corren. 
Se asustan.
Y eso es lo que quiero.
Corran. Huyan. Griten. Lloren. Piérdanse. 
Y déjenme en paz.
El casi, se ha ido. Ya es de noche y sigo deambulando.  
Hay un auto estacionado lleno de pasajeros y un loco me mira.
Y yo lo miro. 
¿Ha venido por mí?
No. Yo ya no sueño con que vengan por mí. Que ni se les ocurra venir por mí. No quiero que vengan por mí. 
Yo estoy bien así.
Sola.
Con hambre.
Con sed. 
Llena de heridas.
De sangre.
Llena de burlas. 
Yo estoy bien así.
Felizmente he pegado una mirada a mi reloj y ya es hora de tomar mis pastillas. 
Pero no quiero calmarme. 
Quiero destruir todo. 
A puño limpio.
Romperme el cuerpo si es necesario.
Quiero encontrarlos y matarlos a golpes.
Porque no me buscaron
Porque estoy aquí desde hace mucho tiempo. Porque era parte de ellos
Porque no me buscaron.
Quiero quebrar uno a uno cada parte de su cuerpo.
Loca.
Orate.
Así como soy.
Y nada de eso se comparará con la vida que ellos me impusieron.
Ya no sueño con que vengan por mí.
Porque iré yo por ustedes.











domingo, 10 de mayo de 2015

La tía Susy

"La verdad decidimos tomar nuestra distancia a raíz de lo que había pasado. Tenías y teníamos que asimilar las cosas. No era una situación fácil. Pero siempre los he tenido presente a tí y a tus hijos. Siempre."

Domingo por la mañana. Día de la Madre.
-¿Y cuáles son los planes para hoy? ...Papi, ¿sabes? Me levanté y me acordé de mi tía Susy, así de la nada. Y no sé por qué. 
-Yo estuve pensando en ella la semana pasada. ¡Vamos hoy a visitarla!
-¡Vamos!

Tuvimos un recorrido bastante largo. De casa salimos rumbo a otro distrito en busca de una de las mujeres de mi vida. Aquella que es una dama de pies a cabeza. Aquella mujer que se roba risas de propios y ajenos. Aquella señora que recuerda, a sus más de ochenta años, cuánto es doce por doce y que corrije cuando escriben vino con b. Mi mama Dora. Es tan lindo verla. Escucharla. Tomarle las manos. Es una mujer muy fuerte. Tiene mucho amor para dar y estoy dispuesto a recibirlo por siempre. No quiero que nunca nos dejes y si sueno egoísta no me importa. Quiero ser egoísta contigo siempre. 

(...)

Camino a casa de la tía Susy pensaba en cómo iba a ser ese reencuentro. 
Hemos compartido muchas cosas. Algún tiempo, si mal no recuerdo, hemos compartido hasta el mismo techo y los lazos, para con quienes compartes momentos felices pero también episodios durísimos, son muy fuertes por más tiempo que pase.
Fui conversando con Luchito, primo mío (aunque hoy por hoy "Luchito" ya no es tan Luchito), para avisarle que estábamos en camino.

La vida no es fácil para nadie. Y la de ella y, por ende, la de mis primos no ha sido la excepción.
Sobrellevar un hogar: Mamá, papá e hijos, es sumamente complicado. Y mantenerla feliz es el doble de difícil. 
Hubieron una serie de hechos que hicieron que nuestros lazos se resquebrajaran un poco, quizá. Y fuimos perdiendo el contacto unos a otros. La familia se estaba desmoronando. La mierda iba ganando. Y nos llevaba mucha ventaja.

Pero no hay mal que dure mil años, ni cuerpo que lo resista ¿no es cierto?
Pues el mal terminó. Terminó.

(...)

Uno nunca sabe lo fuerte que puedes ser hasta que ser fuerte es la única opción que tienes.
Y si hoy conoces a alguien que ha sabido levantarse después de tan aparatosa caída ve y celébralo junto a él o ella. No sabes lo desgastante que es. Y no puedes imaginarte lo bien que puedes hacer sentir a esa persona. Nunca calles lo bueno que tienes por decir porque quizá tus palabras sean la recarga de batería que esa persona necesita pero que grita silenciosamente.

(...)

Nuestra estadía fue reconfortante. Al verlos, al verla... El corazón no falla, y el mío estaba muy contento de estar ahí. El aura de lo que hoy es realmente un hogar para ellos era de un color y de un olor agradable. Tenían una sonrisa contagiante y unas ganas imparables de contarnos todo lo bueno y todo lo malo que han tenido que pasar para ser hoy poseedores de luz.



Tía Susy:
Quizá para tí soy un sobrino de veintún años que aún tiene mucho por vivir y que no sabe nada de la vida. Y quizá sea cierto. Pero quiero que sepas que estoy muy orgulloso de ser parte de tu vida. Estoy muy feliz de haber conocido hoy a la verdadera Susy Villaverde. A la mujer fuerte. A la madre coraje. A la mujer que se valora, que se quiere, que se respeta. Aquella que hoy puede mirar a los ojos a cualquier persona que se le ponga en frente y así decir: "Sí, sufrí. Pero estoy aquí por mí y por mis hijos." Eres muy valiosa. ¿Sabes algo? Hemos compartido tres botellas de cerveza por ti, porque la verdad odio el trago, pero tu fortaleza y tu buena vibra hizo que sintiera que aquella bebida que recorría ahora mi garganta, se convierta en el sabor más dulce del mundo.

Gracias por levantarte. Gracias por hacerme ver que mis problemas no son nada. Que se puede resurgir desde lo más hondo. Que es posible sacudirse tanta mierda de encima. No importa cuánto tiempo hayamos estado revolcándonos en el estiércol. Lo que verdaderamente importa es saber cuando decir ¡basta!

Mi intención no es jamás juzgarte ni juzgar a nada ni a nadie. Mi única intención es hacerte saber lo grande que eres y lo enorme que puedes llegar a ser. 

Gracias por abrirnos las puertas de tu casa. Gracias por esas "tres chelitas". Y gracias por aparecer hoy en mi mente.

Te quiero con todo mi corazón.

AZM





miércoles, 6 de mayo de 2015

¿Cuánto cuesta tu alegría?

¡Espera! ¿Puedo pedirte por favor que elijas una canción tranquila, lenta, y de letra profunda para leer el siguiente escrito?
(...)
¿Ya está todo listo?
(...)
¿De verdad?
(...)
Bien, aquí vamos.

>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>


Hola, qué bueno que hayas venido a vernos.

Estamos aquí desde hace mucho y pensé que te habías olvidado de nosotros.
Aquí últimamente las tormentas no cesan y casi siempre oscurece más temprano de lo normal.
Eso nos lastima.
Antes todo era diferente. Veía el sol ocultarse muy tarde y no dejábamos de reír.
Veo tu cara de asombro, manten la calma que todo está bien.
¿Sabes? Estoy muy feliz de verte. Qué digo 'muy feliz', inmensamente feliz de tenerte aquí.
Has cambiado, aunque no mucho. Solo tienes unos centímetros más que yo y el cabello más ensortijado.

Ven mira, te quiero mostrar algo.
Desde aquí podemos ver todo, al principio este lugar era muy aburrido.
No había nadie más hasta que llegó otro compañero tuyo.
¡¿Cómo que qué compañero?! No digas eso, te puede oír y no quiero que se sienta mal.
Nosotros siempre te tenemos presente, y como ya te dije, desde aquí podemos ver todo.


¿Puedo abrazarte? ...

¡Gracias! Tenía tantas ganas de hacerlo. Sé que necesitabas un abrazo desde hace mucho, te oí decírselo al viento, esa timidez no te deja pedírselo a alguien de carne y hueso.
Tienes que superarlo.


¡Por supuesto que nos parecemos! Y vaya que demoraste en decirlo, pensé que sería lo primero que dirías, pero ya veo que no. 

No sé cómo agradecerte el que hayas venido, sabía que pasaría en algún momento, pero no pensé que fuera tan pronto.
Soy muy feliz de verte, de tenerte frente a frente, de hablarte, tocarte, olerte.


Hemos podido sentir lo mismo que tú durante estos últimos meses. Cuando decaes, cuando sufres, cuando desmayas...

Nuestra vida hemos dejado en manos de tu vida.
¿Cuánto cuesta tu alegría? 

¿Recuerdas cuando mencioné lo pronto que suele oscurecer últimamente en este lado de tu existencia?
Solo tú puedes darnos luz eterna y arco iris de mil colores.
No te aflijas, no sufras, no te preocupes y ocúpate cuando sea necesario.
Llora cuando quieras, pero reponte pronto.
Aquí necesitamos de tu bienestar para poder sobrevivir.
Hemos muerto y hemos renacido miles de veces, pero tememos que nos hagas desaparecer con las ocupaciones que ahora tienes.
Entendemos que estás creciendo, pero también queremos y merecemos vivir.
Piensa en nosotros, solo somos dos: Tu niñez y tu pubertad.
Te hemos dado nuestro corazón para acompañar tus latidos.

Soy yo,
soy tu niño.
No tenemos a nadie más, por ahora, porque pronto estarás tú aquí también con nosotros y será otra fase tuya la que quedará encargada en tierra.
Mientras tanto,
danos vida,
danos luz.
Luz eterna.







¿No te han dado ganas de abrazar a esa niña o niño que fuiste o que aún eres? A mí me acaban de entrar unas ganas locas de ir a buscar a ese niño que físicamente ya no soy. Quiero apapacharlo tan fuerte como pueda.
Pero ese niño soy yo,

ni modo.
Me abrazo.


AZM