Estás a puertas de soportar un año más esas avispadas campañas electorales. Y no sé si estés listo. Prepárate para engullirte esas fúnebres promesas que nutren a quienes tienen hambre de esperanza y alista un refugio por si tienes que recibir a algún candidato devorado por los carroñeros políticos.
No falta mucho tiempo para que se contamine el parque de la vuelta de tu casa, que se mantiene verde gracias a tus arbitrios, con la imagen de los peces gordos que luchan por el poder y creen poner su mejor foto.
Qué detestable es esto de ir a votar.
No sé si por la complejidad de atragantarte con el tránsito limeño, o por la mediocridad de quienes tratan de gobernarnos.
Es tan absurdo tener que elegir el mal menor.
¿Por qué tenemos que estar sujetos a la misma mierda de siempre? Todos nos damos cuenta, pero nadie hace nada. O quizá, sería mejor preguntarnos qué podemos hacer. (Quizá ya no haya nada más por hacer)
Que las mujeres no voten.
Hemos nacido, crecido y seguimos creciendo bajo estereotipos que nuestros antepasados han fundado, reforzado y asimilado como normal.
Siempre elijo el ejemplo de que las mujeres no tenían el derecho a voto, o que los negros y judíos eran esclavos porque es algo que derrumba lo que por mucho tiempo una sociedad ha entendido como dentro de lo normal. Hoy puedo asombrarme y sentirme indignado al pensar que muchísimo tiempo atrás la sociedad tomaba esto como normal.
Pero, un momentito.
Quizá no estaba tan mal la cosa.
Aún hay esperanzas de cambio.
Que la mujeres voten, claro que sí. Que los negros votemos también, y que lo campesinos ejerzan su derecho a voto, pero siempre y cuando tengan un grado mínimo de educación: Gánate ese derecho, tú que no sabes leer ni escribir no puedes tener el mismo derecho que yo, que tengo un grado de análisis mejor que el tuyo y podré saber discernir qué es lo mejor para mi y para ti. Qué es lo mejor para nuestra sociedad.
No es clasista ni discriminatorio, pero escucha, el muchacho que recicla en algún basural y no sabe expresarse, ni leer ni escribir, no puede tener ese derecho de decidir el futuro de su país si cuando se acerca a la cédula de votación no sabe ni qué es lo que tiene en frente.
El voto no debe ser universal. Todos no pueden votar.
En mi país hay un alto grado de pobreza e ignorancia que significa quizá la mayoría de peruanos.
Somos los últimos en comprensión lectora y quizá uno de los primeros en corrupción.
¿Qué puedo esperar de los votantes?
Gánate el derecho de decidir por tu país habiendo terminado el colegio, por lo menos.
No te estoy discriminando, al contrario, quiero que estés preparado para defenderte y valerte por ti mismo.
Estudiar es tu derecho, votar no.
¿Por qué si votar es un derecho juega el mismo rol que un deber? ¿Por qué me obligan a ejercer un derecho, o por qué me multan si no ejerzo mi derecho?
Estamos todos locos.
A esto me refiero cuando digo que el mundo ha aceptado vivir bajo reglas que no están del todo claras, pero que por la vejez de las mismas hemos ido aceptando generaciones tras generaciones lo que ya está cimentado sin ejercer mayor crítica.
No pido un esfuerzo sobrenatural. Solo que los que decidamos por nuestro futuro seamos personas con un mínimo grado de instrucción.
Mi voto consciente no puede ser comparado con el voto que se ejerció porque fue decidido mientras se tomaba la tacita de leche que el candidato le regaló.
Así no juega Perú.
AZM
No hay comentarios:
Publicar un comentario